Caminando por las distintas avenidas,
lejos de las calles que recorría Manuel, el obrero,
bajo la lluvia en su hermosa canción.
Explorando el Palacio de La Moneda,
donde Allende fue asesinado, explorando
el ambiente donde los pájaros cantan en la casa de Neruda.
Paseando por las calles y tiendas del Mercado Central,
donde el peligro se respiraba en el aire,
regresando al lujoso barrio de Providencia,
con rejas y cercas eléctricas que protegen la calma,
manteniendo lejos a aquellos que aún no están
tras las rejas en prisión.
¡Ay, Santiago, cómo has cambiado!
Aunque estos no sean los últimos versos
que te escribo, recuerdo los tiempos
en que los versos más tristes fueron escritos,
en noches oscuras, en prisiones o en la miseria.
Palmarí H. de Lucena, 2024