Vivimos en un mundo lleno de incertidumbres y desafíos, y una de las mayores preocupaciones actuales se refiere a las amenazas existenciales. Estas amenazas, al ser de naturaleza global, tienen el potencial de afectar a la humanidad en su conjunto, poniendo en peligro nuestra propia existencia.
Una amenaza existencial puede manifestarse de varias formas, como cambios en el nivel del mar y la destrucción de ecosistemas, que pueden tener el potencial de causar alteraciones climáticas abruptas e irreversibles, resultando en un aumento descontrolado de las temperaturas y haciendo que nuestro planeta sea inhabitable para la vida humana. Además, la inteligencia artificial y la automatización, aunque tienen numerosos beneficios, también pueden representar una amenaza si no se utilizan de manera ética y responsable, pudiendo perjudicar a la humanidad en su conjunto si están fuera de control.
Tampoco debemos olvidar las amenazas derivadas del desarrollo de armas de destrucción masiva. La posesión de armas nucleares por parte de naciones inestables o la aparición de nuevas tecnologías con potencial para causar destrucción masiva representan peligros reales para la humanidad. El uso irresponsable de estas armas o su acceso por parte de regímenes dictatoriales o grupos extremistas puede fácilmente resultar en un desastre de proporciones apocalípticas.
Al abordar el tema de las amenazas existenciales, es importante hacerlo con precaución y considerar diferentes puntos de vista. En el caso del conflicto entre Israel y Hamas, la idea de que los palestinos representan una amenaza existencial para Israel es frecuentemente utilizada por el gobierno de Benjamin Netanyahu como justificación para acciones militares desproporcionadas en la Franja de Gaza. De la misma manera, las declaraciones públicas de los funcionarios electos israelíes sobre el uso de armas nucleares en Gaza pueden ser vistas como una amenaza existencial contra el pueblo palestino.
La misma narrativa también es utilizada por el gobierno de Vladimir Putin para respaldar la agresión militar y anexión de territorio ucraniano, utilizando su enorme superioridad bélica y amenazas de uso de armas nucleares hipersónicas para defender las ambiciones territoriales de Rusia. Acciones que fortalecen la idea de que Rusia representa una amenaza existencial contra la integridad territorial, el pueblo ucraniano y una nación democrática y soberana en su entorno.
En el caso de Israel y Palestina, la disputa territorial se remonta al establecimiento del Estado de Israel en 1948 y la subsiguiente expulsión de cientos de miles de palestinos de sus tierras. La cuestión de los asentamientos israelíes en Cisjordania y el estatus de Jerusalén también son puntos de tensión significativos, ambas partes han luchado por su autodeterminación y seguridad, lo que hace que la resolución de este conflicto sea aún más desafiante.
Mientras que en el caso de Rusia y Ucrania, el contexto histórico incluye siglos de influencia rusa sobre Ucrania y la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, después de la Revolución Ucraniana. La cuestión de las minorías étnicas, especialmente los rusos en Ucrania, también juega un papel importante en este conflicto. El derecho internacional y la soberanía territorial son cuestiones en disputa, mientras ambos lados afirman la necesidad de proteger a sus ciudadanos y garantizar la estabilidad regional.
La resolución de estos conflictos requiere una comprensión profunda de su complejidad histórica, política y cultural. Por lo tanto, es fundamental considerar todos los problemas involucrados, como soberanía, derechos humanos, seguridad y autodeterminación, para buscar una solución justa y duradera, en lugar de simplemente etiquetarlos como “amenazas existenciales”.
Palmarí H. de Lucena, miembro de la Unión Brasileña de Escritores